Juan Pablo Yasuire

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En este mes d julio y en adelante comenzare por iniciar un taller libre de libre exprecion en poesia, contactame y formemos un grupo de jovenes por la pasion de las letras..., Por mas info de los grupos de poetas locos llama o escribi : (msn) matrixii10neo@hotmail.com o sensaciones_ocultas@rocketmail.com (mobil) - (097) 036801 - (099) 300681 www.Facebook.com, Uruguay
Acabas de entrar a mi mundo a mis pensamientos a mi critica de ti...a la critica de lo que veo y me haces sentir, estas en mi Poesia Enajenada. No intentes comprender lo que aqui escribo, solo dejate llevar y vuelvete uno mas de pocos de muchos...la vida es corta para guardarte las palabras los gritos y el deseo de hacer lo que quieras... es corta, solo es un momento esmifero en una ciudad un cuarto en un recuerdo de lo que no fue....que lo que pudo haber sido. Tienes alas pero nunca te lanzaste al abismo, claro los prejuicios sociales... sacate ese collar que impusieron un modelo de vida y la triste ipocresia de familia perfecta. Pues un dia vas a quedar tan solo/a y tan desnudo/a, y las agujas del reloj no van hacia atras..pues deja de decir ´´si`` y todas esas pelotudeces que te hacen sentir mal... se tu mismo sin perder la coeherencia de ser, seres humanos y respetar la vida, las ideas, y las desiciones. Seas quien seas, a vos, si a vos... disfruta de la simple flor, q omitis al verla, y ve el significado de lo simple. Porque lo material te esta pudriendo por dentro...

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Sin Formato... ´´Noticias desde la Trinchera``

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Conductores: Miguel Murillo y Sandra Bernech Silva

martes, 1 de septiembre de 2009

Donde ella confesó su amor.


La vi arrancar una rosa
Al comenzar el día, temprano,
Y fui a besar aquel páramo
Donde ella rompió su rosa;
Entonces vi los anillos
Donde su estilo era un secreto,
Y me enamoré de todos los objetos
Donde sus ojos habían caído.
Si ella viese el abismo
O las cálidas hojas dobles,
Ya sea de un olmo o un viejo roble,
Jamás sabría lo caras que esas cosas son para mi.

Poseo una agradable colina,
Allí me siento por horas, erráticas,
Donde ella arrancó hierbas aromáticas
Y otras pequeñas flores;
Allí murmuró ella, como la
la belleza canta en sueños,
Y la amé cuando derramó sobre su pecho
Algo similar a un llanto pequeño,
Bañando el lunar oscuro de su cuello,
Que a mis ojos era un diamante eterno;
Entonces mis labios ardieron
Y en mi corazón se consumieron.

Hay un pequeño espacio verde
Donde pasa indolente el ganado,
Donde descubrí un pálido sábado
La cosa más querida del mundo.
Un pequeño roble se extiende sobre él,
Arrojando una sombra redonda,
La hierba oscura allí se demora,
El verde más intenso que haya conocido:
Allí no hay penas ni dolor
No hay bosques ni arboledas,
Pero fue en aquella mágica tierra
Donde ella confesó su amor.

La Alquimia del Amor.


Todos hemos oído hablar sobre la Química del Amor. Algunos utilizan el término para explicar la pasión o una atracción irresistible, otros lo emplean para describir escrupulosamente los componentes químicos que liberamos durante el amor. Yo sospecho que este concepto es casi un abuso del vocabulario que se ha extendido hasta convertirse en un lugar común. Pero coincido con la poesía, que con su ancestral sabiduría nos habla de la Alquimia del Amor.

Lo experimental siempre es un proceso estático, frío. Pero la alquimia, esa maravillosa y lunática aventura que tantos sabios emprendieron, es todo lo contrario. El fin del alquimista (la trasmutación) no es un cambio material en la esencia de los objetos, sino la mutación de su propio ser. Así funciona el amor: uno ama para trascenderse, para ser algo más que un ente especular. Uno se enamora con la vana fantasía de acariciar el interior de otra persona, y cuando ese amor es sincero no hay forma de que la magia no se produzca. Nosotros ya no seremos iguales, pues una parte de nuestra esencia ya no nos pertenece, y el otro, el amado, tampoco podrá permanecer inoculado ante ese amor que no espera nada para continuar floreciendo.


Alquimia del Amor.

Algunos que han excavado más profundo que yo
En las sórdidas cavernas del amor,
Dicen dónde se halla su céntrica felicidad.
He amado, he poseído, he contado,
Pero aunque amase, poseyese y contase hasta envejecer,
Aquel oculto misterio no hubiese encontrado.
¡Oh, todo es impostura!
Ningún alquimista ha conseguido el elixir,
Sin embargo con paciencia glorifica sus calderos,
Por si la casualidad
Le asalta con aromáticas medicinas,
Así sueñan los enamorados,
Con un deleite pleno y prolongado,
Para que esta triste y helada oscuridad
Se transforme en una noche de verano

¿Habremos de entregar nuestra paz, coraje, honor y vida
A esta burbuja de vanas sombras?
¿En esto termina el amor?
¿Puede ser alguien feliz representando la parodia del novio?
Aquel infeliz enamorado que jura
Que no es de ella la médula carnal lo que ama,
Sino su mente, donde angelicales formas encuentra,
También podría jurar con justicia que escucha
Durante el rumor del día el brillo de las estrellas.
No esperes encontrar compasión en la mujer,
Tal vez halles ingenio y ternura,
Sólo momias: cadáveres de la dulzura.

Alma desnuda.


Soy un alma desnuda en estos versos,
Alma desnuda que angustiada y sola
Va dejando sus pétalos dispersos.

Alma que puede ser una amapola,
Que puede ser un lirio, una violeta,
Un peñasco, una selva y una ola.

Alma que como el viento vaga inquieta
Y ruge cuando está sobre los mares,
Y duerme dulcemente en una grieta.

Alma que adora sobre sus altares,
Dioses que no se bajan a cegarla;
Alma que no conoce valladares.

Alma que fuera fácil dominarla
Con sólo un corazón que se partiera
Para en su sangre cálida regarla.

Alma que cuando está en la primavera
Dice al invierno que demora: vuelve,
Caiga tu nieve sobre la pradera.

Alma que cuando nieva se disuelve
En tristezas, clamando por las rosas
Con que la primavera nos envuelve.

Alma que a ratos suelta mariposas
A campo abierto, sin fijar distancia,
Y les dice libad sobre las cosas.

Alma que ha de morir de una fragancia,
De un suspiro, de un verso en que se ruega,
Sin perder, a poderlo, su elegancia.

Alma que nada sabe y todo niega
Y negando lo bueno el bien propicia
Porque es negando como más se entrega,

Alma que suele haber como delicia
Palpar las almas, despreciar la huella,
Y sentir en la mano una caricia.

Alma que siempre disconforme de ella,
Como los vientos vaga, corre y gira;
Alma que sangra y sin cesar delira
Por ser el buque en marcha de la estrella.